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  CAPITULO 22. Mentiras arriesgadas.
 


-Bienvenidos a bordo del vuelo 56822-B con destino a Ankara. Por favor abróchense los cinturones de seguridad. Mientras nos situamos en la pista de despegue, atiendan a las instrucciones de seguridad de las azafatas. El comandante Lewis y el resto de la tripulación, les deseamos que tengan un feliz vuelo.
Nerviosos, los tres jóvenes se abrochaban sus cinturones deseosos de llegar cuanto antes a su destino. Las azafatas continuaban haciendo gestos con sus brazos indicando la posición de las salidas de emergencia del avión. Miley seguía alterada; no podía concentrarse ni en lo más básico de su vida: respirar. Joe la miraba preocupado al verla tan nerviosa y fuera de sí.
-Miley, siento haberte gritado antes. Sea lo que sea… se que tenéis motivos para no haber sabido vuestro paradero.
La joven hizo un pequeño amago de sonreír. Cerró sus ojos mientras el avión despegaba haciendo todo lo posible por respirar de continuo.
10 días para la batalla…
La mañana siguiente en la Sede de la Alianza.
-Como os iba diciendo…
El maestro Joram paseaba de un lado a otro del aula mientras mostraba las distintas estrategias que se solían utilizar en una batalla sobre un gran tablero que a las chicas les recordaba el juego de Risck mientras tomaban apuntes. Magnus observaba a sus tres elegidas en compañía de los tres reyes. Ya hacía tres días que Miley se ausentaba de las clases y las chicas la disculpaban diciéndole que se encontraba enferma. Él no llegó a creérselo pues cada vez que le preguntaba a sus jóvenes aprendices, acababan por ponerse nerviosas y evitarle lo máximo posible.
-Miley continua enferma… Si no se recupera pronto perderá el ritmo de sus compañeras – decía preocupado Basty. – Quizás deberías ver que le ocurre, Ony.
-Pensaba hacerle una visita esta misma tarde.
-Que sea después de esta clase – sentenció Magnus muy enfadado, y con razón. Vladimir acababa de darle un toque de atención y no iba a permitirles un solo fallo.
Acabada la clase las chicas salieron con tranquilidad viendo como Magnus se acercaba a ellas para preguntarles de nuevo por Miley, mientras tanto, Ony se dirigió a la habitación de la joven para verificar las sospechas de Magnus. En pocos minutos se plantó frente a la puerta y llamó.
-¿Miley? ¿Te encuentras mejor?
El avión continuaba su vuelo. Ya habían pasado unas 5 horas desde que despegaran. Según la información del piloto, se encontraban sobrevolando el cielo rumano, ya quedaba poco para llegar. Joe contemplaba cómo nacía el sol en el horizonte coloreando las nubes de un color naranja pálido. Resultaba irónico pero parecía sentir el calor que desprendía aquella esfera luminiscente que daba la vida…
-Ya falta poco – dijo Miley mientras se desperezaba.
-¿Qué tal has dormido pequeñaja?
-Bastante bien a pesar de la amplitud del asiento.– dijo con ironía mientras sonreía.
-Dime Miley, ¿Cómo está Evelin?
Ella le miró a los ojos y se sinceró.
-Está bastante bien. Creo que cuando te vea se alegrará mucho. Te echa muchísimo de menos. Sabes que sois el uno para el otro. Creo que superaréis este pequeño bache
-Ojalá estés en lo cierto. – dijo con ensoñación - ¿Puedo preguntarte algo más?
-Claro!! Dispara vaquero!!
-¿Por qué Ankara?
Miley se quedó pensando durante un largo rato. Intentaba encontrar una respuesta que no delatara su verdadera estancia allí pero en cuanto llegaran la verdad quedaría al descubierto.
-La verdad es que ni yo misma se la respuesta Joe. Simplemente fue casualidad. Llegar al aeropuerto y embarcar, así de sencillo.
-No me lo creo. – respondió Joe. - ¿Y por qué viajar con su “enemiga” Sophie?
Miley abrió mucho los ojos. Joe acababa de cazarla y no se iba a tragar cualquier escusa.
-Bueno… tampoco es tan mala. En cuanto se conocieron a fondo se empezaron a llevar genial.
La cara de Joe era de sorpresa. Jamás llegó a pensar que su chica y la persona que peor le caía en el mundo llegaran a llevarse tan bien. Pero puede que las circunstancias a las que estuvieran sometidas las hubieran unido. ¿Y por qué no?. Joe parecía haber picado el anzuelo, poco se imaginaba que lo que él realmente pensaba era lo que de verdad había entre ellas. Odio incondicional.
Un pequeño golpe de viento sacudió el gran avión. Dilan se despertó sobresaltado cuando la señal para abrocharse los cinturones sonó como un despertador.
-Oh dios, odio volar. – dijo Dilan angustiado.
-Tranquilo solo ha sido….
Otra fuerte turbulencia sacudió el avión violentamente haciendo que las mascarillas cayeran desde el techo.
-Señores pasajeros no se alarmen, no hay motivo para que cunda el pánico. Hemos tenido una pequeña despresurización en la cabina a causa de las turbulencias. Por favor pónganse las mascarillas y coloquen sus asientos en la posición correcta.
-Joder!! – maldijo Dilan clavando sus manos en los reposabrazos de su asiento.
De nuevo otra turbulencia agitó con violencia el avión. Cientos de objetos salieron disparados desde los portaequipajes golpeando a la gente. El avión comenzó a caer en picado y la gente gritaba desconsolada. El piloto observaba impotente como el contador de altitud descontaba los metros a velocidad vertiginosa. Miley estaba muy tensa en su asiento y de repente tuvo una idea.
-Joe, Dilan, hacer que todo el mundo se coja de la mano!! – gritó
-Miley no estamos en un buen momento para demostrar nuestra hermandad ¿no crees?
-No seas imbécil y hazlo!!!
-Pero Miley...
-Hazlo!!!
Joe y Dilan comenzaron a dar la mano a los pasajeros más cercanos y difundieron la orden de Miley. La joven clavó su cabeza en el asiento y cerró sus ojos ante la aterrorizada mirada de sus amigos. De repente todo se volvió blanco, el sordo zumbido del avión desapareció y los gritos cesaron.
-¿Qué ha pasado? ¿Estamos muertos? ¿Dónde estamos?
La gente repetía la misma pregunta. Magullados, heridos, pero vivos, todo el mundo intentaba salir como podía del agua ante la incrédula mirada de los bañistas. Miley se encontraba sentada en una roca en la misma posición en la que había permanecido en el asiento del avión unos segundos antes. Abrió sus ojos relajando su postura y vio como Dilan y Joe la observaban asustados, confusos…
-Miley…
Dilan no podía hablar. No sabía lo que realmente había ocurrido, si se había golpeado o todo aquello era real.
-Miley ¿Qué has hecho? ¿Has sido tú?
La joven miró avergonzada a sus amigos…
-Veréis… yo… Lo siento… tenía que habéroslo contado antes… - decía llorando
En esos instantes el cielo empezó a cubrirse de un espeso manto oscuro que ocultaba la luz del sol. Miley lo observó asustada sintiendo la presencia cercana de Astaroth. Miles de rayos comenzaron a caer sobre la playa provocando pequeñas explosiones. La gente caía herida. Miley esquivó junto a sus amigos uno de los rayos que cayó a escasos centímetros de ellos.
-Corred!!!
Ony continuaba esperando a la puerta de la habitación, pero no recibía respuesta. Al fin llevó su mano al picaporte recibiendo una descarga de información en su mente. Vio a Miley en peligro, huyendo… gritando… llorando. Asustado Ony tomó prestado uno de los colgantes que Magnus conservaba para que los reyes no estuvieran desprotegidos y que habían utilizado en la exhibición de las chicas y salió rápidamente a su encuentro.
-Evelin. - Sophie se había acercado a ella - ¿Podemos hablar?
-Si, claro.
Mientras iban a la habitación donde podrían hablar con más tranquilidad, Evelin iba dándole vueltas a la cabeza sobre qué querría hablar Sophie. La veía sonreír, ¿A caso se habría golpeado la cabeza y se habría vuelto tarumba? En pocos segundos lo descubriría.
Evelin giró el picaporte de la puerta y las dos entraron.
-¿Y bien? – dijo impaciente Evelin.
-Verás… Creo que no me he portado muy bien contigo… nunca. – empezó Sophie. – Tú al menos has intentado acercarte e intentar hablar y yo lo único que he hecho es… mandarte a la mierda. – dijo un poco avergonzada. – Mira Evelin, me estoy dando cuenta de que si no nos llevamos bien entre nosotras, no podremos sacar nada bueno de todo esto, necesitamos confiar unas en otras para que todo salga bien… Quiero pedirte disculpas si alguna vez te he fastidiado… yo no soy así. Espero que podamos ser amigas… si tú quieres.
Evelin sopesó todo aquel discurso. Intentaba ver si había alguna trampa en todo aquello pero Sophie era demasiado sincera.
-Claro que sí Sophie.
Ambas sonrieron y se abrazaron.
-Gracias.
Magnus había estado escuchando la conversación al otro lado de la puerta. Se sentía orgulloso. Hacía unos días, él habló seriamente con Sophie y la hizo entrar en razón. No sabría si finalmente le pediría perdón a Evelin pero pudo comprobar que sí, que sus chicas tenían un buen corazón y no se enfrentarían unas a otras.
-¿Qué te parece si vamos a dar una vuelta? – dijo Evelin – Ayer encontré varios rinconcitos en el bosque preciosos, seguro que te gustan.
-Claro vamos!!
Evelin se levantó rápidamente pero su cabeza comenzó a dar vueltas y la tos se apoderó de ella con crueldad.
Joe, Miley y Dilan continuaban corriendo entre el espeso bosque cercano a la playa Varna. De repente, un grupo de lo que parecían ser hombres vestidos con una túnica negra, les rodearon. Eran veloces y se trasladaban de un lado a otro dejando una estela turbia tras de sí.
-Miley ponte detrás de nosotros. No tengas miedo pequeña – decía Dilan.
-No me digáis lo que tengo que hacer – decía nerviosa.
Por un momento una de aquellas figuras se abalanzó sobre ellos y Miley logró convertirlo en un tótem de piedra. Joe y Dilan miraron asustados a la joven.
-¿Pero qué demonios…?
-No puedo explicároslo ahora – gritó.
Otra figura volvió al ataque y de nuevo Miley tuvo que intervenir. Pero eran demasiados y pronto el círculo se estrechó hasta rodearlos por completo y se abalanzaron sobre ellos. Los gritos de Miley se podían escuchar en todo el bosque. De repente la masa de túnicas negras se deshizo entre un ruido ensordecedor. Miley y sus amigos abrieron sus ojos asustados y la joven pudo ver a lo lejos un hombre rubio de aspecto fuerte peleando contra aquellas alimañas. Por un momento uno de aquellos monstruos retuvo al joven de cabellos dorados que al fin pudo zafarse de su presa y lograr escapar pero otro se abalanzó arañando su pecho y haciendo que diera un fuerte alarido. Miley reconoció la voz al instante y echó a correr en aquella dirección.
-Miley no!!!
La joven invocó uno de los conjuros aprendidos en las clases. El suelo comenzó a temblar bajo sus pies haciendo que una gran grieta abriera el suelo hasta la posición donde se encontraban Ony y el hombre de la túnica negra. Ambos quedaron colgados en el precipicio abierto por Miley. Ony sacó uno de los cuchillos que completaban su indumentaria y cortó la cuerda a la que estaba sujeto el hombre oscuro haciendo que cayera al fondo del precipicio. Con esfuerzo logró salir de allí y rápidamente corrió hacia Miley y la abrazó.
-¿Estás bien? – dijo preocupado.
-Si, si… - respondió Miley
-Pensé que te perdería… - Miley le miró a los ojos y pudo ver la angustia reflejados en ellos.- No vuelvas a escaparte, me has tenido preocupado, pensé que estabas enferma y ahora casi te pierdo Miley
-Mis amigos estaban en peligro
-Te engañó, Astaroth te engañó, él iba a matarte, debías habérmelo dicho!!! – gritó desesperado Ony mientras volvía a abrazarla
-No sabía que te importara tanto…
-Pues ahora ya lo sabes. No vuelvas a hacerlo por favor.
Dilan y Joe se habían acercado a ellos mientras discutían. Ambos carraspearon.
-Ejem… Miley, ¿Qué está pasando? – dijo serio Joe. -¿Cómo nos has sacado del avión? ¿Quiénes eran esos tipos? ¿Quién es él? Será mejor que no nos sigas mintiendo
Sophie cogió a Evelin y la ayudó a tumbarse en la cama. De repente vio como la sangre salía a borbotones de su boca. Asustada intentó llamar a Magnus pero la mano de Evelin la retuvo.
-No por favor!!! – dijo Evelin ahogada
-Evelin estás sangrando, déjame que al menos llame al médico para saber qué te ocurre. – dijo llorando Sophie
-Yo ya sé lo que me ocurre Sophie.
La joven contempló a su débil amiga confusa.
-¿Cómo que ya lo sabes? ¿Qué es lo que sabes? – dijo desesperada Sophie.
Evelin se levantó con cuidado de la cama y cogió un pañuelo para limpiarse los restos de sangre de sus labios. Se asomó a la ventana para ver como atardecía. Magnus continuaba detrás de la puerta preocupado por si tenía que intervenir para ayudar a Evelin.
-Cuando llegamos aquí… me atendió un médico. – Sophie escuchaba atenta lo que Evelin le contaba. – Pasé una mala noche, Magnus me había encontrado tirada en el suelo del baño, sangrando como ahora… Hace un par de años que tengo ataques muy fuertes de tos. No le había dado mayor importancia hasta que comencé a sangrar. Pensé que no era grave… hasta aquella noche. El médico me hizo varias pruebas y…
-¿Y qué ocurrió? – dijo Sophie
-Sophie… tengo tuberculosis.
Sophie se sentó en la cama aturdida, no podía creer lo que Evelin le estaba contando.
-Me queda muy poco tiempo… Solo Magnus y ahora tú lo sabéis. Estoy intentando llevar un ritmo normal, intentando que mi enfermedad no me impida entrenar y luchar cuando llegue el momento. No quiero que nadie más se entere Sophie…
-Pero tienes que decírselo a Mikel.
-No Sophie, por favor, él es que menos debe enterarse, lo pasaría muy mal.
-¿Le quieres verdad?
Evelin se quedó callada. Lo que había pasado la tarde anterior le hizo abrir los ojos, recapacitar. Ahora que Joe no estaba a su lado, había encontrado en Mikel la persona en la que podía y debía confiar, en la que debía apoyarse y él iba a estar allí, a su lado… siempre.
-Lo quiero más que a mi vida… y eso me duele mucho…

 
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