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  CAPITULO 16. Cuando la noche se une con el día.
 


La joven volvió a toser, incluso notó como su garganta se iba cerrando impidiéndole respirar. Como pudo se dirigió al baño y bebió agua del grifo para así poder aliviar el nudo que se formaba en su tráquea a causa de la sangre. De nuevo se llevó su pañuelo a los labios y un nuevo cuajerón de sangre cayó sobre él. Evelin se dejó caer en el suelo mientras luchaba por respirar con una mano sobre su pecho. Cerró sus ojos…
De pronto se vio caminando por la playa notando como la brisa acariciaba sus pies mojados. Era un hermoso atardecer en las playas Californianas. Veía como sus amigos surcaban las olas con sus impresionantes tablas de surf, acariciando cada ola con suavidad y gran velocidad. Casi al final de la playa, junto a un gran acantilado, divisó a sus otras amigas que se habían quedado allí para preparar la gran fiesta. Una impresionante hoguera presidía el centro de una circunferencia formada por troncos de árboles a modo de asientos; la fondue estaba lista, al igual que la bebida… Los jóvenes surfistas se acercaron a la hoguera dejando sus tablas clavadas en la arena, cada chico se reunía con su chica y recibía de ellas un collar de flores como si en realidad estuvieran en Hawái. Y el último joven se acercó a ella… Esos ojos, esos labios, su pelo negro como el carbón… Joe la abrazó con ternura mientras el agua de su bañador calaba la ropa de Evelin que se retorcía con su frescor… Le acarició el rostro con dulzura mientras ella se perdía en su mirada…
-Te quiero- dijo él…
Comenzaron a besarse, con cariño, con dulzura, con pasión…
-Evelin!! – gritó Magnus mientras le daba pequeños tortazos para que reaccionara.
La joven abrió sus ojos y notó como el aire le abrasaba los pulmones con cada ruidosa inspiración. Su cuerpo reposaba inconsciente sentado contra la pared. Magnus la cogió en brazos y la tumbó en la cama.
Sophie continuaba comprobando la temperatura de Javi cada media hora. Parecía que la fiebre iba bajando y la herida tenía mejor aspecto, aún así, continuó lavándosela y poniendo paños de agua fría sobre su frente. Javi abrió sus ojos de nuevo y sonrió…
-Buenas noches bello durmiente!!! – dijo bromista Sophie.- Ya era hora de que despertaras… nos has dado un buen susto.
Sophie no paraba de un lado a otro de la habitación preparando medicinas, ropa y todo lo necesario, Javi la seguía con la mirada a cualquier parte que fuera. Al final cogió una silla y se sentó al lado de la cama.
-¿Cómo vas? – volvió a preguntar ella.
-Estoy bien. Gracias por cuidar de mí… y…. Siento haberte asustado
Qué voz tan dulce tenía en esos instantes. Tanto que Sophie ni se dio cuenta de haberse quedado embobada mirándole, hasta que por fin reaccionó
-Bueno, alguien debía curarte esa herida tan fea - puso cara de asco y dolor.
-No te hace mucha gracia la sangre ¿Verdad?
-He acabado por acostumbrarme y hacer fuerte el estómago.
-Lo siento.
-No fue culpa tuya el habértela hecho. En todo caso fue mía por no estar atenta. Y tendría que ser yo la agradecida…- Se miraron y Sophie volvió a hablar – Gracias por salvarme la vida.
-Salvarte no fue solo un acto reflejo – repuso Javi – Algo en mi cerebro… quizás en mi subconsciente me empujó a hacerlo… Cuando nos tiramos por el precipicio… tuve miedo a que te ocurriera algo malo. Fue entonces cuando me di cuenta de muchas cosas…
Sophie le miraba confusa. Cuando el silencio reinó en la habitación, la atmósfera se cargó de tensión, algo que Javi, a pesar de carecer de sus poderes, notó sin problema alguno.
-¿Dé qué cosas te diste cuenta? – dijo en susurros Sophie .
-¿Quieres saber mis teorías?
Sophie asintió. Javi intentó incorporarse en la cama para quedarse sentado; la joven intentó ayudarle ante la cara de dolor de él pero este no le permitió que le ayudara. Mientras ella veía su cara de sufrimiento, Javi logró sentarse y tener al menos sus miradas a la misma altura… por lo menos para que su discurso tuviera más credibilidad, aunque eso no hacía falta.
-Verás. Creerás que es una tontería pero… llevo muchos años esperándote… tantos como los segundos que forman la eternidad… y ahora estás aquí como si nada – Sophie no entendía nada – Como si fueras una mujer más… Como si creyeras que eres una simple mortal del montón – dijo con amargura. – Y no es cierto.
Javi de nuevo se movió y ahora se levantó de la cama y caminó de un lado a otro, contemplando la noche oscura y plagada de estrellas por la ventana. Y entonces sin previo aviso clavo su mirada en Sophie.
-Cómo si pudieras esconder lo que sientes… - dijo con ironía.- Sophie no puedes mostrarme una cara, una personalidad que no posees en realidad.
Se acercó a ella hasta que sus rostros quedaron a escasos centímetros. Sophie recordó que tenía que respirar, así que sin poder evitarlo cogió una gran bocanada de aire que llegó con gran intensidad a sus pulmones y notó como el corazón en realidad golpeaba contra sus costillas violentamente.
-Apuesto a que aún no te habías dado cuenta de lo que de verdad sientes Sophie… hasta este preciso instante…
Alzó su mano y con suavidad aferró la nuca de Sophie y la atrajo hacia él recortando aún más las distancias. Ahora Sophie pudo recordar aquella frase que Javi le lanzó como una puñalada unos días antes: “No sabes lo dolorosamente preciosa que eres. Lo mal que me lo haces pasar solo con tu simple existencia”
-Reconócelo Sophie, hasta hoy no te has dado cuenta – dijo con una dulce sonrisa.
Ella tan solo se perdía en sus ojos verdes. No podía hablar. Tenía tanta razón, estaba tan centrada en sí misma y ocupada en tantas cosas que no se había dado cuenta que inconscientemente se acercaba más a él cada día que pasaba, no le importaba lo mal que se había portado con ella, las malas contestaciones… Tan solo le cuidaba, se preocupaba por él… Otra frase, esta vez de la anciana Rayala, volvió a su cabeza: “Todas niegan lo evidente”
Javi comprendió la mirada de Sophie, como si en realidad le hubiera leído la mente. Poco a poco fue suavizando el puño que tenía puesto en su nuca, dejando libres los mechones de pelo que se engancharon a sus dedos, su otro brazo se deslizó por su cintura y notando sus propias respiraciones se fundieron en un cálido beso... mientras que lentamente caían en la cama abrazados… sin poder dejar de mirarse… sin palabras.
Habían pasado más de cuatro horas y ya casi había amanecido. Magnus continuaba con sus manos sobre el pecho de Evelin para calmar su malestar. No sabía qué es lo que le había ocurrido a Evelin en realidad. Cuando esta abrió por fin sus ojos e inspiró con totalidad, todo volvió a la normalidad, al menos aparentemente.
-¿Cielo estás bien? – dijo asustado Magnus.
Evelin intentó hablar pero el dolor de garganta era tal que tan solo pudo asentir llevándose las manos al cuello. Tenía los ojos llorosos. De repente se abrazó a Magnus.
-Tranquila pequeña, ya ha pasado. Será mejor que llamemos al médico, solo para saber si estás bien. ¿De acuerdo?
Evelin volvió a asentir. Sin mucha más demora, Magnus salió de la habitación para avisar al médico. No tardó ni 15 minutos en volver con él a pesar de lo grande que era el palacio.
Mientras el médico le hacía miles de pruebas a Evelin, Magnus le comentó como la había encontrado y en qué estado. Cuando Evelin pudo hablar le confesó que había tenido también una visión aunque no tenía nada que ver con algún suceso maligno que fuera a ocurrir sino más bien un recuerdo del pasado.
-Es normal en esta situación – comentó preocupado el doctor. – Evelin querida, estabas delirando, por lo que estoy comprobando en los análisis has tenido muchísima fiebre, puede que más de 43 grados, no entiendo aún como sigues viva
Magnus le miró horrorizado.
-¿Te has sentido mal estos meses atrás?- Preguntó el médico
-Supongo que cuando iba al gimnasio me faltaba aire… pero pensé que era normal…
-Frank, ¿qué demonios le pasa a Evelin?
-Magnus si no te calmas tendré que invitarte a que salgas de aquí. – Magnus se cruzó de brazos y se asomó a la ventana de la habitación. - ¿Algo más que deba saber señorita Hale?
-Siempre me había salido sangre al toser… pero pensé que era por el esfuerzo… y sin embargo hoy era demasiada sangre…
Magnus estaba realmente preocupado. ¿Cómo se le había pasado todo este asunto? Durante todos esos días la había visto toser y limpiarse los labios a la vez…. ¿Cómo se le pudo escapar? Se auto martirizaba pensando en las consecuencias de su despiste.
-Esto tiene que ser mentira – decía para si mismo Frank – No puede avanzar tan rápido.
Frank repasaba todos los análisis y sus apuntes una y otra vez. No daba crédito a lo que veía.
- Evelin… Tengo que darte una mala noticia querida.
Magnus volvió a mirar a Frank preocupado.
-¿Qué ocurre doctor?
-Evelin… está muy enferma Magnus.
-¿Qué? – dijo muy asustada Evelin. - ¿Qué me pasa? – dijo ahora entre lágrimas.
-Evelin no te voy a mentir. Tienes una tuberculosis muy avanzada, puede que lleves enferma incluso varios años… y se ha manifestado muy tarde…
Magnus se echaba las manos a la cabeza ante la cara confusa de Evelin.
-¿Qué significa todo esto doctor?
-Evelin - volvió a hablar el doctor – Te estás muriendo… Como mucho te quedan… 2 o 3 meses de vida…
Evelin no podía respirar, no podía hablar. Magnus se sentó en la cama y la abrazó con fuerza mientras ella no dejaba de mirar al doctor. No era cara de pánico si no de incredulidad… Mientras el doctor comentaba los detalles, su rostro se llenaba poco a poco de lágrimas… Intentando averiguar como ayudaría a sus amigas con la guerra que se les venía encima y como obstáculo, su enfermedad…
-Magnus – dijo en un susurro – Que no se entere nadie de esto – su rostro era inexpresivo y aterrador debido a su palidez y las ojeras que se marcaban con crueldad. – No quiero que las chicas lo sepan… no quiero preocuparlas… no quiero tratos especiales…
-Tranquila… Haremos como si esto no haya sucedido… Todo saldrá bien, no te preocupes – Decía Magnus entre sollozos.
-Gracias.
Evelin le daba vueltas una y otra vez a su delirante visión… ¿Qué ocurriría con Joe…? ¿Y Mikel? ¿Qué pensaría de todo esto? Estaba confusa… muy confusa… y aturdida. Esto tenía que ser una pesadilla… pero no lo era.

 
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