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  CAPITULO 21. Planificaciones
 

CAPITULO 21. Planificaciones.

 

Después de varias horas en el bosque oyendo las dramáticas historias de Abigail y Ray, decidí regresar a casa. Acordamos volver a vernos al día siguiente para comenzar con la preparación para mi nueva vida.

Durante el camino, Abi, Ray y otros dos miembros de la manada, me escoltaron en silencio y en la lejanía. Aunque estuvieran a dos kilómetros de distancia, podía sentir sus miradas fijas en mi cuerpo como si se clavaran como miles de agujas. Por primera vez  comencé a estar más atento a lo que me rodeaba, cualquier ruido, por mínimo que fuera, me ponía alerta.

 Llegué a casa muy tarde, la abuela ya estaba acostada, así que subí las escaleras con cuidado de no hacer ruido y me encerré en mi cuarto. Me quedé apoyado en la puerta durante un largo minuto hasta que sentí como mis piernas perdían fuerza y me deslicé hasta el suelo, donde quedé sentado con la mirada perdida y la mente puesta en todo lo que iba a pasar a partir de ahora, los planes que debería hacer, la gente a la que debería decir adiós… Pensé en el disgusto que se iba a llevar mi abuela cuando le comunicaran mi muerte… pero sobre todo pensé en Ashley. Ella… era la que peor iba a pasarlo, no solo por el hecho de que la iba a abandonar, si no, porque la forma en que iba a hacerlo era similar a las circunstancias en las que Abigail la abandonó hace un año… Dicen que el ser humano no es capaz de recuperarse de dos perdidas dolorosas. No sé lo que significaba yo para Ashley, pero… tenía la mala sensación de que ella iba a sufrir tanto que estaría al borde de morir de pena. Pero eso no iba a permitirlo. Iba a hacerla sentir tan feliz y tan querida, que mi muerte supusiera para ella un paso más en el transcurso de su vida. Y para ello solo contaría con cinco días.

 

Cinco días para el baile de primavera.

 

Me levanté temprano a pesar de no haber pegado ojo en toda la noche dándole vueltas a la cabeza a todo. Incluso me levanté como si tuviera resaca, claro que… el alcohol comparado con todo lo que viví ayer, se quedaba corto… Me vestí y me fui antes de que la abuela se levantara y me bombardeara a preguntas de donde había estado o que había hecho para llegar tan tarde, y me dirigí al descampado donde se celebraría la fiesta. Todavía quedaban dos horas para que todos vinieran a preparar los últimos detalles, así que tuve plena libertad para hacer lo que quisiera y a mi ritmo. Pero cuando más concentrado estaba arreglando los cables de una guirnalda de luz, apareció Lorh con una media sonrisa y caminando como si se pavoneara. Algo en mí se encendió como una alarma y me levanté para quedar de pie frente a ella.

-Vaya Chris… si que has madrugado hoy… Tienes las ojeras bastante marcadas… ¿Una mala noche?

-Quizás… - le respondí fríamente.

Ella comenzó a caminar a mi alrededor observando todo lo que había avanzado durante mi soledad matutina y luego clavó sus ojos en los míos.

-Te noto raro… Sabes que si te preocupa algo puedes contármelo, para eso somos amigos ¿no?

-Ummm pensé lo contrario… como llevas un par de meses mirándome raro pensé que querías… asesinarme… - entoné la última palabra con un tono especial de voz para ver cómo reaccionaba.

-Por favor Chris, ¿me crees capaz de hacer eso? No me has hecho nada para cabrearme así que sí, supongo que seguimos siendo amigos… Vamos, a no ser que me haya perdido algo que te haya hecho cambiar de opinión. – dijo con frialdad.

La miré tenso es como si me estuviera intentando leer la mente o peor… que hubiera descubierto que había estado con Abi y Ray la noche anterior.

-No, claro… quizás he malinterpretado tus gestos… - dije para seguirle la corriente.

Ella volvió a sonreír con malicia y se sentó para continuar preparando centros de mesa.

-No te preocupes… quedas perdonado.

Se hizo un silencio escalofriante mientras yo continué arreglando el cable pelado, pero podía sentir como ella clavaba sus ojos en mí y eso me hacía sentir incómodo. No podía oír la voz de Abi en mi cabeza, así que quizás la situación no pintaba peligrosa.

-Y bueno… hablando del baile… ¿Tienes ya pareja? – dijo con voz pedante.

-Bueno… sí.

Solo dije eso pero vi que ella continuaba con ganas de saber más y de tirarme de la lengua.

-¿No me vas a decir quién es la afortunada que va a caminar contigo por la alfombra roja?

Era una pregunta desafiante, al menos para mi gusto.

-Contéstale, no le hagas sospechar…

La voz de Abigail apareció de repente en mi cabeza haciéndome dar un respingo en el sitio. No me la esperaba. Eche un vistazo rápido hacia los arboles que rodeaban el claro, pero no vi ni el más mínimo rastro de lobos conocidos.

-La afortunada es Ashley… - dije con una medio sonrisa y haciendo que mi voz sonara cansina como si no tuviera importancia.

-Ummm qué calladito os lo teníais…  He de admitir que he intentado por todos los medios sonsacárselo a Ashley pero no había manera… es como si se hubiera sellado los labios con pegamento – se rió.

-Quizás es que queríamos algo de intimidad y no gritarlo a los cuatro vientos aún…

-Uy vale vale… no hace falta que te pongas así. ¡Qué susceptible!

No le hice caso y seguí a lo mío.

-Solo una cosa más – note como una de sus manos se apoyaba en mi hombro – Ese día, Ashley estará profundamente afectada… Abigail  murió hace algo más de un año… y esta fiesta le traerá amargos recuerdos… - el corazón se me puso a mil por hora por todo lo que estaba diciendo – Trata de hacerla feliz… y que olvide todo lo malo. ¿Serás capaz Christian?

Se alejó de mi con paso firme y me dejó allí solo. La rabia empezó a extenderse por todo mi cuerpo, aferrando mis manos entorno a una tabla de madera que servía como mesa de herramientas. De repente un crujido cruzo el aire y la tabla se hizo pedazos entre mis manos. Al instante sentí un dolor punzante en mi mano. Cuando me mire vi que tenía una punta clavada y salía sangre sin  parar. Como pude la fui sacando lentamente mientras ahogaba un grito de dolor y la deje caer al suelo mientras que con mi bufanda envolvía mi mano para que no sangrara más.

-Joder, ahhh!!

Maldije mil veces o más a la mesa y fui rápidamente a coger agua oxigenada del botiquín que guardábamos en una de las casetas. Prepare algodón y unas gasas para después. Fui desenredando poco a poco la bufanda que había enrollado en mi mano cuando descubrí con mis ojos saltones que la herida había desaparecido. ¿Cómo podía ser? Hacia menos de un minuto que tenía un agujero en mitad de la palma y ahora no había nada. Levante la mano llena de restos de sangre y la mire desde todos los ángulos posibles.

-¡Qué fuerte!

Volví a recoger todo en su sitio y salí de la caseta con la boca abierta como un buzón de correos.

-Veo que ya has descubierto una de las cosas buenas de ser lobo… - escuché en mi cabeza la voz de Abi con una pizca de humor. – Pero eso no te hace ser inmortal… así que ve con cuidado. Te lo digo por experiencia… tuve una buena dentellada en el brazo que tardo un par de semanas en curarse…

-Gracias por la información, creo que me has acojonado más de lo que estaba… - dije en murmullos para que me oyera.

De nuevo oi su risita burlona en mi cabeza y sonreí aliviado al sentir que me había calmado el nudo en la garganta que se me había hecho estando hablando con Lorh.

-Tengo que irme a cazar… Nos vemos esta tarde en el claro. Espero que puedas aguantar una sesión de entrenamiento con una manada de lobos…

-Te estás metiendo mucho conmigo Abi… veremos quién se ríe el último cuando te ponga la pata encima.

-Tranquilo cachorrito… respeta a tus superiores

-Hasta luego jefa… - susurre riéndome.

Vi como se movían los arbustos cuando un pelaje claro pasó entre ellos y desaparecía. Era hora de empezar a hacer planificaciones.

Volví al pueblo y me dispuse a comprarme algo adecuado para la fiesta. No sabia si ir muy elegante o con algo casual… Jamás había estado en esta fiesta así que me dirigí a la única tienda del pueblo donde sabia que podrían ayudarme con mi estilismo.

-Hola buenos días… - me saludo el dependiente cuando entre - ¿En que puedo ayudarte?

-Amm…. Necesitaba algo para el baile de primavera y no tengo mucha idea de que llevar..

-Has venido al lugar adecuado… ¿Es tu primer baile?

-Si…

-Jaja se nota… - empezó a rebuscar en un perchero lleno de trajes – Aquí lo normal es que los hombres vayan elegantes, de traje… nada de lujos, solo algo simple pero que llame la atención.

Me saco varios trajes y los dejo encima del mostrador perfectamente estirados para poder verlos mejor. Los observe uno por uno y luego mire al señor.

-¿Qué vamos de boda?

-Jajajaja que gracioso, no hijo, es el evento mas importante del año en Fort Franklin y una vez al año no es malo tirar la casa por la ventana… además, querrás estar elegante para tu pareja ¿no?

-Emm si eso si…

De repente se oyó abrirse la puerta de la tienda. Gire mi cabeza y vi entrar a Ashley.

-Ey Chris!! Pensé que estarías con los últimos retoques en la carpa…

Me quede embobado mirándola.

-Emmm si… si ya estuve por allí hace un ratito…

La vi acercarse al mostrador y como observaba los trajes con lentitud.

-Este. – dijo señalando uno de ellos  y lo cogió para dármelo.

Sonrió dejando ver todos sus dientes. Jamás la había visto sonreir así y cuando lo hizo parecía que había salido el sol.

-Pruébatelo… - me guiñó un ojo y se sentó en uno de los sillones que había frente a los probadores.

Sin decir nada entré en el probador y empecé a quitarme la ropa para poder ir poniéndome el traje. Primero la camisa blanca, luego los pantalones, la americana y por ultimo la corbata. Me quede mirándome al espejo poco convencido y decidí salir.

-Ya estoy…

Ashley se quedó boquiabierta mirándome y se levantó poco a poco acercándose a mí. Puso sus manos en mi pecho y luego las dirigió a la corbata, colocándomela en su sitio y corrigiendo el nudo.

-Resalta tus ojos… - me dijo.

-¿Qué?

-La corbata.

-Ah… gracias. – sonreí algo nervioso.

Sonrió satisfecha y me hizo girar quedándonos frente al espejo. Ella me retocaba el traje tirando de las mangas y de la parte de debajo de la chaqueta.

-Umm…

-¿Qué, que pasa? – pregunté por el tono de su “umm”

-Te falta algo… - Se fue hacia un jarrón que había en la mesa de la caja registradora y corto una rosa blanca, volvió a mi lado y la colocó en la solapa de la americana. – Perfecto.

Volvió a deslumbrarme con su sonrisa y nos quedamos mirando a través del espejo.

-Pareces un príncipe…

Cuando dijo eso me giré y no pude evitar cogerla por la cintura y atraerla a mi mirándola a los ojos.

-¿En serio?

-Si… - me sonrió sonrojada.

-¿Y mi princesa ya tiene listo su traje?

-No aún no…

-¿Y a qué esperas? Puedo ayudarte a elegirlo…

-Ahh, no no no, eso no… - me cortó -  Mi vestido va a ser una sorpresa, tu no podrás verlo antes del baile.

-Esto no es una boda – me rei.

-Ya bueno… pero es que me gusta que te mueras de la impaciencia.

Me dejo sin saber que decir, y eso que siempre sabía que decir. Agite la cabeza para espabilarme y entre de nuevo al probador para cambiarme. Sali con el traje de la mano y fui hasta la caja para pagarlo.

-Me quedo con este.

-Excelente elección – Dijo el dependiente.

Con cuidado lo envolvió en papel de seda y lo metió en una caja enorme mientras yo sacaba dinero para pagarlo. Cuando terminó me dio la bolsa, el ticket y salimos de allí.

-Bueno… ¿y tú que hacías por aquí? – le pregunté.

-Había quedado con Lorh para ver los vestidos… pero creo que me ha dejado plantada, así que he llamado a mi madre para que me ayude.

-Eh… ¿tu madre sabe que vas a ir conmigo al baile?

-Es mi diario con patas…  así que si.- me explicó

-Ah perfecto jeje… ¿Y que ha dicho?

-Ella está encantada… ya sabes, le hace ilusión la idea de que salga con alguien después de todo lo que he pasado…

Me miró con esos ojos almendrados con una pizca de dolor, pero al cabo de unos segundos ese matiz triste desapareció.

-En resumen… le caigo bien.

-Si eso si. – se rió

-¿Y tu padre? Porque… los que suelen dar la murga a sus hijitas son ellos – dije riéndome

-Mi padre… - suspiró meneando la cabeza un poco disgustada – Mi padre últimamente no pisa por casa… No se por qué pero… presiento que entre él y mi madre no va bien la cosa.

-Ah… vaya lo siento. – dije avergonzado.

-No te preocupes, era de esperar… tanto tiempo juntos cuidando de mi debe pasar factura.

-Ey… - me pare y le cogí las manitas – No digas eso. No te sientas culpable sin motivo. Todos los matrimonios pasan por rachas… pero no necesariamente tienes que ser tú la culpable de su situación. Seguro que ellos te han estado cuidando encantados.

Ella bajó la carita y sentí como sollozaba.

-Pero hay algo que te preocupa más que eso ¿verdad?

Ashley asintió con su cabeza y tiré de ella para abrazarla con  mi brazo mientras seguíamos andando.

-Puedes contármelo… me gustaría que confiaras en mí y que me dejaras ayudarte.

Me miró con sus ojitos llenos de lágrimas y al cabo de unos segundos se los limpió con su mano y suspiró profundamente.

-Me acuerdo mucho de Abigail… y el día del baile se me va a hacer especialmente duro estar allí como si no hubiera pasado nada… La echo mucho de menos.

La apreté más a mi cuerpo y le di un beso en la frente mientras seguíamos caminando.

-Yo voy a estar allí… y voy a hacer que olvides todo lo malo… - dije con un nudo en la garganta.

Me moría al pensar que el día del baile iba a abandonarla para siempre. Cuando me transformara en lobo, ya no podría volver a estar con ella nunca más y ella viviría con la pena de creer que yo estaba muerto. Eso era lo peor que iba a pasarnos a ambos. Nos conocíamos desde hace poco tiempo pero… la necesitaba… la quería.  

De repente le sonó el móvil.

-Es mi madre… ya ha llegado a Fort Franklin.  – suspiro y guardo su móvil - ¿Nos vemos mañana?

-Por supuesto.

Le iba a dar dos besos pero en vez de eso le cogí la carita y le bese uno por uno sus labios con ternura y cuando acabé le rocé la nariz con la mía.

-No me eches de menos…

-Sabes que lo haré -  me contestó.

Volvió a besarme y luego se fue andando en dirección contraria. Me quedé mirándola hasta que vi como se encontraba con su madre y se iban en el coche. Suspiré y me fui a casa a dejar el traje.

 

Después de comer me dirigí al bosque para encontrarme con Abigail y Ray y comenzar con mi entrenamiento. Ya estaban allí todos reunidos cuando llegué al claro y me coloqué al lado de Miranda.

-Ey chico lobo, creí que ya te habías rajado. – dijo saludándome amablemente.

-Jaja no tranquila… además que si me hubiera rajado Abi ya me habría ido a buscar a casa y me hubiera traído a rastras jajaj

-Me alegro que hayas tenido agallas de venir por voluntad propia – sonrió – Además no tienes nada que temer, estamos como quien dice en familia.

Sonreí cuando dijo eso de que éramos “familia” eso me hizo sentir querido entre tantas personas que no conocía aún pero que compartían conmigo un mismo futuro.

-Bueno chicos… vamos a enseñar al cachorro cómo cazamos – dijo muy orgulloso Ray.

Abi se puso a mi lado.

-Estate quietecito, observa y aprende. – me dijo.

Todos echaron a correr hacia la espesura del bosque y desaparecieron tras un fogonazo de luz, apareciendo después en sus formas de lobo.

-¡Vaya! ¡Qué pasada! – dije con la boca abierta y los ojos como platos.

-Jaja ¿Te gusta? Pronto aprenderás a cambiar de fase. Ahora, intenta seguirles a todos con la mirada… creo que ya podrás hacerlo, poco a poco estás desarrollando tus sentidos…

Dirigí mi mirada hacia el bosque y al principio no vi nada pero al cabo de unos segundos mis pupilas divisaron un ciervo. Poco a poco asocie ese bello animal con mi futuro alimento, mi futura presa…

-¿Es normal que tenga ya instintos asesinos hacia Bambi?

Ella se rió y continuó observando como la manada se distribuía estratégicamente alrededor del ciervo.

-Es importante que jamás emitas ningún sonido que pueda espantar a tu presa. Intenta pisar suavemente y con precisión, nunca la pierdas de vista y acércate todo lo que puedas a ella. Fíjate en Miranda. A veces me da miedo, es toda una depredadora. Es la mejor de la manada.

Miré a Miranda y prácticamente estaba casi sobre el ciervo. De repente el ciervo echó a correr, como Miranda estaba tan cerca no le llevó mucho tiempo alcanzarla y clavar sus dientes en el cuello del ciervo.

-¡Guau! – grité alucinado

-Ahora tendrá que mantener sus dientes en su garganta hasta estrangularla… suena un poco duro pero… así es como cazamos. Somos como una especie de asesinos… matando a sangre fría.

Pude ver como el rostro de Abigail se oscurecía cuando dijo eso. Creo que esa parte de su nueva personalidad aún la hacía estremecer y sentirse mal.

Al cabo de unos minutos todos los lobos regresaban con la presa descuartizada. Cada uno llevaba un pedazo de carne en su boca. Cuando llegaron a nuestra altura dejaron todos los restos en el suelo y volvieron a su forma humana. Todos tenían la cara y el pecho manchado de sangre, algo que me revolvió el estómago.

-C-creo que voy a vomitar… - dije algo mareado.

-Tranquilo… es normal… tomate tu tiempo. – me dijo Abi

-Disculpadme.

Corrí detrás de unos arbustos para vomitar. Creo que eché todo, comida y desayuno.

-Jajaja que blandengue el cachorrito. – Oí decir a uno de los miembros de la manada, creo que se trataba de Josh.

Me asomé entre los arbustos para ver lo que se cocía.

-Creo que ha sido demasiado para ser el primer día – dijo con tono molesto Abi a Ray, ignorando lo que dijo Josh. – Esto no lo aguanta nadie…

-No nos queda tiempo Abi… es esto o que no sepa nada.

Parecía que fueran a discutir y me sentí un poco mal por ello. Abi era responsable de mi formación como lobo y por tanto sufría tanto como yo. Me di cuenta que no quería que nadie de mi nueva “familia” saliera perjudicado por mi culpa. Así que en cuanto recuperé la compostura, volví con la manada e intenté pasar a un segundo plano el olor a sangre que me hacia estremecer.

-¿Estás bien? – me preguntó Abi

-Puedo soportarlo – dije serio – Se supone que ahora hay que comerse esto ¿no?

-Si… - me respondió serio Ray – es lo único que te mantendrá alimentado.

-Bien.

Me agaché en el suelo y cogí entre mis manos una pata destrozada.

-No tienes por qué hacerlo ahora Christian… - me dijo rápidamente Abigail.

-No quiero causaros problemas. Ray tiene razón, no hay tiempo.

Suspiré mirando como la sangre resbalaba por mis manos aún caliente. Acerque la carne a mis labios  y el olor me hizo retroceder un poco. Sentía la tensión en el ambiente, pero no era momento de esperar más. Saque fuerzas y estómago no se aún de donde y clave mis dientes humanos en la carne sangrante rasgándola y devorándola. Al principio sentí como las náuseas por comer carne cruda me hacían retorcerme, pero al cabo de unos segundos, sentí una sensación de frenesí que jamás había experimentado. Poco a poco noté como mis ansias aumentaban comiendo cada vez más deprisa el cadáver del ciervo, incluso sentí como gruñía y gemía de placer al sentir la sangre resbalando por mi garganta camino de mi estomago.

-¿Christian?

Sentí como Abi apoyó su mano en mi hombro, pero en ese momento giré mi cabeza y le gruñí amenazante para que se alejara de mí. Seguí engullendo la carne mientras todos me miraban serios, alguno espantado por mi comportamiento… Cuando acabé, saciado, me retire poco a poco hasta quedar apoyado en una roca con la respiración entrecortada y con una sensación de bienestar que jamás había tenido.

-Bueno… la comida parece que le gusta – dijo Ray bromeando para quitar tensión al momento.

-Chris… - se acercó a mi – Lo has hecho muy bien… pero recuerda que a veces la caza escasea, tendrás que aprender a controlar tus instintos y a compartir…

Me acarició la cara con dulzura y me sonrió.

-Por hoy ya es suficiente. Lávate y vuelve a casa… te acompañaré hasta el lago.

Miranda me sonrió animándome y los demás me dieron un abrazo o una palmadita en la espalda antes de irse. Ray se marchó con ellos un poco serio.

-Vamos…

Abi empezó a andar delante de mí guiándome hasta el lago. Cuando llegamos ella se sentó en una roca y  yo me acerque a la orilla para lavarme.

-¿Te pasa algo con Ray? – le pregunte mientras me echaba agua en la cara y el pecho para quitarme los restos de sangre.

-¿Por qué dices eso?

-Parecía que fuerais a discutir…

Se quedó en silencio un minuto y luego me contestó.

-Simplemente no comparto los métodos educativos de Ray… A veces creo que nos comportamos como bestias salvajes… como si hubiéramos olvidado que un día fuimos humanos. – suspiró y miro al vacio – No sabes lo duro que es ver la muerte en los ojos de las presas, el miedo, la desesperación de no poder escapar de nuestras fauces… Es lo peor que llevo de esta vida.

Me quedé mirándola serio. En cierta parte la entendía.

-¿Tu eres la más joven de la manada verdad?

-Si… la ultima que llegó aquí. Quizás aun esté más sensible con este tema. Además que… te veo hacer estas cosas y… me identifico contigo, porque se lo mal que se pasa al principio.

-Lo siento. No volveré a causarte más problemas.

-No es eso Christian. No te preocupes. Tómate tu tiempo. Lo estás haciendo muy bien. ¿Sabes el tiempo que me llevó comerme mi primer ciervo entero? – dijo ya un poco mas animada

-¿Cuánto? – dije sentándome frente a ella para escucharla.

-Dos semanas… Aprendí a cazar y luego no me comía a mi presa. – dijo riéndose. – Creo que fui la primera loba vegetariana.

Me rei cuando dijo eso. La verdad es que Abi seguía siendo tan humana como antes, aunque ahora no lo fuera.

-Ashley te echa mucho de menos… - dije sin pensar.

-Lo sé… - dijo a punto de llorar – No he dejado ni un solo día de visitarla. Ojala pudiera ir un día a su casa y decirle “Sorpresa, estoy viva” pero no puede ser… No quiero imaginarme lo mal que lo debe estar pasando con los preparativos de la fiesta.

Me quede sin saber que decirla cuando de repente se me ocurrió una idea.

-Abi… voy a hacer una cosa… no tardaré ¿vale? Cuando regrese, intenta estar en tu forma de lobo ¿lo harás?

-¿Pero qué…?

-No pregunte… solo hazme ese favor ¿si? Confía en mí.

Me miró a los ojos y asintió con la cabeza.

-Espera aquí…

Me aleje con lentitud y cuando me adentre en el bosque eché a correr todo lo rápido que mis piernas me permitían. Mande un sms a Ashley para encontrarnos en el Roxy’s en diez minutos.

 

 

 

 
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