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  CAPITULO 20. Caer en la trampa.
 


-Mikel, lleva a Evelin a su habitación
Magnus observaba a la muchacha que estaba demasiado pálida por el susto y el agotamiento. Se agarraba la base de su cuello intentando tomar aire como podía pero le era imposible, no podía ocultarlo, al menos los demás no notaron nada. Mikel la cogió por un brazo y se dirigieron a la habitación, eso sí él no dejaba de mirar preocupado a todas partes por miedo a encontrarse con Vladimir, no tenía ganas de discusiones. Abrió la puerta e hizo un gesto a Evelin para que entrara.
-Si necesitas algo, ya sabes donde puedes encontrarme – dijo Mikel un poco serio pero aún así intentó esbozar una sonrisa. En el momento en el que iba a irse se giró de nuevo a Evelin. – Siento haberme metido en tus asuntos el otro día…
-¿A qué te refieres? – dijo confusa Evelin.
-A lo de tu novio… o tu no novio, aún no me lo has aclarado – dijo pasando su mano por la nuca avergonzándose por sacar de nuevo el tema
-Ah eso…
-Si eso. Si necesitas hablar de ello… Creo… creo que podría aconsejarte, si quieres, claro.
Evelin le miró agradecida y le dedicó una pequeña sonrisa.
-Buenas noches Evelin.
Mikel volvió a recorrer los pasillos del palacio con el sumo cuidado de no encontrarse con Vladimir. Cuando se iba alejando escuchó unos ruidos muy extraños procedentes de la habitación de Evelin. Se apoyó en la puerta con cuidado para escuchar mejor. Evelin apretaba con fuerza las teclas de su teléfono móvil mientras tosía con fuerza y caminaba de un lado a otro. Se llevó el aparato al oído y esperó.
-Vamos cógelo… Joe coge el maldito teléfono.
Un nuevo ataque de tos sacudió a la joven que cayó agotada sentada sobre la cama y continuaba a la espera de que alguien respondiera, pero lo más lógico era que Joe se hubiera hartado de esperarla y decidiera no querer saber nada de ella. Evelin dejó caer poco a poco el teléfono mientras presionaba otra tecla para colgar.
-Joe… - suspiró la joven mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
Ya casi había amanecido, cuando policía ya había acordonado toda la zona del parking de la comisaría hacía unas horas. Los forenses rodeaban el coche del agente Lutz asombrados de cómo había quedado su cadáver. Unos tomaban fotos, otros recogían pistas… No podían explicarse como su cuerpo se había carbonizado sin que el resto del coche presentara quemadura alguna. Joe y Dilan se mezclaron con la multitud que se agolpaba contra el cordón policial para averiguar qué era lo que había ocurrido.
-Bien ¿Qué tenemos hoy? – dijo el agente Thompson
-Hombre, de unos 53 años, ha aparecido carbonizado en el asiento del piloto de su coche. – respondió un joven policía en prácticas. – Parece ser que algo… no sabemos qué, ha provocado que arda… Presenta quemaduras de tercer grado por todo su cuerpo, incluso creemos que también en el interior… Sus dientes están perfectos, pero la lengua, la garganta y creemos que lo demás, está totalmente quemado… Pero lo insólito, señor, es que ni el coche ni la tapicería muestran signos de fuego… No hay nada, no hay más pistas, es todo tan extraño…
-Sobrenatural diría yo. ¿Sabemos algo más de nuestro cadáver, señor Stevens?
-Señor… - Stevens intentó dar la mala noticia con suavidad – Se trata del agente Lutz.
Thompson levantó la mirada de su cuaderno y corrió hacia el coche que reconoció al instante.
– Joder!!! - Se lamentó echándose las manos a la cabeza
Thompson recordó que su amigo había estado durante toda la tarde interrogando a los dos jóvenes que buscaban a sus amigas así que fue a hablar con ellos. ¿Y si cuando salió alguien le atacó? ¿Y si fueron esos chicos? Necesitaba averiguarlo de inmediato.
-Stevens, quiero un informe completo esta misma tarde de qué ha ocurrido con Lutz ¿entendido?, vamos a pillar al cabrón que le ha hecho esto.
-Si señor. – respondió Stevens.
El agente se dirigió hacia los jóvenes cuando por fin los localizó entre la multitud.
-Señores Andrews y Williams, si no me equivoco – se dirigió Thompson a ellos.
-Si señor – respondió Dilan - ¿Qué ha pasado?
-El agente… - tomó aire – El agente Lutz, que investigaba la desaparición de vuestras amigas… ha muerto. Desde ahora si me lo permiten, me encargaré de vuestro caso y les ayudaré en lo que haga falta, ya que he ayudado a Lutz a investigarlo y se de que va el asunto…
Mientras Thompson continuaba hablando, los dos jóvenes recordaron que aquella noche un nuevo agente se iba a encargar el caso ya que Lutz no podría hacerlo… Ahí estaba el motivo, ¿Pero quién demonios era el otro agente?
-Señor Thompson!! – Dijo asustado Joe – Creo que sabemos lo que ha pasado.
-Vayamos dentro a hablar – dijo Dilan
Los tres se dirigieron al interior de la comisaría y se encerraron en una sala oscura y mugrienta donde nadie podría molestarlos.
-Ustedes dirán – dijo impaciente Thompson.
-Anoche un agente… Morrison creo que dijo que se llamaba… Dijo que Lutz no podía continuar con el caso y que a partir de ahora se iba a encargar él. Es más anoche contactamos con las chicas y nos dijo que creía saber donde estaban…
-¿Morrison? Pero si ese crio no tiene ni idea de… - Thompson se quedó paralizado pensando. – Todo esto es muy raro. Creo que alguien… es una suposición pero puede que alguien vaya a por vosotros y se haya hecho pasar por Morrison, o no… el caso es que voy a tener que poneros vigilancia las 24 horas del día. Es asunto muy serio y hasta que no sepamos lo que le ha ocurrido a Lutz ustedes llevarán protección. Por el momento voy a mandar detener al agente Morrison a ver que nos cuenta… Pero si él hubiera hecho algo no estaría ahí fuera investigando la muerte de Lutz.
-Pero eso tampoco tiene sentido señor. Si Morrison se lo hubiera cargado no estaría ahí como un pasmarote… habría huido.
-O a lo mejor nos la está pegando colaborando con nosotros… - respondió con rudeza Thompson. Cogió su walki talki – Atención a todas las unidades, detengan al agente Morrison, repito, detengan al agente Morrison.
Todos los policías allí congregados se abalanzaron sobre él.
-Tiene derecho a permanecer en silencio, todo lo que diga a partir de ahora, podrá usarse en contra suya ante un juez…
-¿Pero que está ocurriendo? Yo no he hecho nada!!! – gritaba el pobre chico mientras lo esposaban y lo introducían en la comisaría
Unos minutos después aparecieron dos agentes de paisano en la sala donde se encontraban Thompson y los dos jóvenes.
-Váyanse a casa y descansen. Estos agentes vigilaran la zona donde se encuentren, les dejo en buenas manos. Les llamaré en cuanto sepa algo ¿De acuerdo?
Javi caminaba de un lado a otro de su habitación enfadado, mientras Sophie le miraba sentada desde el borde de la cama preocupada, sabiendo que se avecinaba una buena bronca. Cómo conocía aquella mirada y forma de comportarse de Javi…
-¿Se puede saber qué te ha pasado? Por poco matas a Magnus ¿No te das cuenta?
-Lo siento – era lo único que Sophie podía decir en esos instantes.
-Magnus te dijo que controlaras tu poder y tu dejaste que te invadiera por completo sin poder dominarlo. Eso es lo más peligroso que has hecho hasta ahora Sophie, podías haber dañado a alguien – Continuaba gritando Javi
-Ya lo se, pero no podía controlarlo – dijo la joven entre sollozos
-Porque no quisiste Sophie, ni siquiera lo intentaste.
-No pude
-Claro que puedes!!! Lo único que hiciste fue dejar que tu ira te consumiera por completo, da gracias de que Vladimir no se haya enterado…
-¿Y si se entera qué? – dijo Sophie encarándose a él – No soy experta en esto Javi. No soy como cualquiera de esos críos que llevan años aprendiendo desde la cuna. Esto es nuevo para mí y la primera vez que meto la pata ya me estás machacando!!
Javi se dio cuenta de que esta vez Sophie tenía razón. Suspiró y la abrazó.
-Lo siento, no debería haberte gritado. Tienes razón, esto te supera aún… lo siento.
Los días pasaban muy rápidos en ese mundo paralelo que existía en las entrañas de la Tierra, donde se situaba la Ciudad de la Luz. Mientras en el mundo normal habían pasado una larga noche, en la Ciudad de la luz habían pasado al menos 2 días. Vladimir había convocado a Magnus en su despacho. Se enteró por un alumno lo ocurrido en la clase de transformación de las chicas.
-Estás loco!!!! Sabías lo que podía haber ocurrido!!! – gritaba por doquier Vladimir
-Es joven y aún no puede controlar sus poderes. – decía razonando Magnus.
-No voy a responsabilizarme si vuelve a ocurrir lo de aquella noche Magnus.
-No volverá a ocurrir te lo aseguro.
-Eso espero – dijo Vladimir severo.
Miley había preparado sus cosas para irse. Mientras todo el mundo dormía ella cogió su mochila y se la echó al hombro. Se deslizó por los arboles que daban a la ventana de su habitación no sin antes dejar una nota en la habitación de Luna para tranquilizarla.
“No me encuentro bien, así que no iré a las clases en unos días. No os preocupéis ¿vale? Disculpadme ante Magnus y procurad que no entre en mi habitación. Miley”
Atravesó los preciosos campos por los que días antes habían caminado hasta llegar allí y volvió a recorrer las galerías rocosas que formaban parte de la entrada a las entrañas del planeta hasta llegar a la superficie. Rápidamente se dirigió a una zona transitada de coches a unos 20 kilómetros de allí. Después de una hora haciendo autostop, tomó un taxi y llegó al aeropuerto Internacional de Ankara. Intentó pasar todo lo desapercibida posible para no levantar sospechas. No podía creerse que Joe y Dilan habían muerto. Ahora ¿Cómo se lo diría a Evelin cuando regresara?
Cogió el billete y sin prisa pero sin pausa se adentró en el avión y se dejó caer en el asiento. Estaba agotada así que se durmió durante el viaje hacia Phoenix.
Unas horas más tarde bajó del avión y rápidamente cogió un taxi para dirigirse a la casa de Joe y darle el pésame a su madre. Lo que le extrañó a Miley es que la ciudad estaba demasiado perfecta como para haber sufrido una devastadora tormenta. Bajó del coche y por unos instantes se quedó frente la casa de Joe. Se le hacía muy extraño estar allí, sola, para despedir a su amigo. Sin más dilación dio unos cuantos pasos firmes y con dureza llamó a la puerta intentando contener sus lágrimas.
-Miley!!! ¡Qué sorpresa! Ya habéis regresado… - dijo aliviada la señora Williams
-Lo siento muchísimo - dijo Miley llorando desesperada
-Nos teníais preocupados a todos querida, pero ya estáis aquí eso es lo que cuenta ahora.
-Ya, pero no he tenido ocasión de decirles adiós a Joe y Dilan. Siento muchísimo la pérdida de su hijo, era un gran amigo.
La madre de Joe miró extrañada a Miley.
-¿Pero qué dices muchacha? Joe se acaba de ir hace cinco minutos con Dilan a la residencia.
Miley miraba ahora preocupada a la señora Williams.
-¿Están vivos? – dijo confusa – Pero si… me llamaron diciéndome que habían tenido un accidente – mentía pero no le iba a contar lo de sus visiones.
-No!! No querida. Habrá sido una broma de muy mal gusto. Pero si te das prisa les pillas antes de que vayan a clase.
-Gracias señora Williams.
Miley se alejó corriendo y cogió de nuevo un taxi que la llevó hasta la residencia. Rápidamente subió hasta el cuarto de Joe y abrió con un empujón la puerta.
-Miley!!! – gritó sorprendido Joe que se abrazó a ella en cuanto la vio. - ¿Dónde está Evelin?
-Ella está bien – Dilan se dirigió a la puerta al oir tanto alboroto – ¿Estáis bien los dos?
-Si si si – decía Dilan - ¿Y las demás donde están?
-Eso no importa, estoy aquí porque me llamaron diciéndome que habíais tenido un accidente y habíais muerto…
Todos se miraban preocupados. Joe y Dilan por la vigilancia que ahora tenían tras el asesinato de Lutz y Miley comenzó a recordar su visión.
-Oh Dios mio!!! – dijo cuando cayó en la cuenta de quién era esa figura oscura que aparecía en su visión – Astaroth, está aquí!! Mierda!!
-¿Te pasa algo Miley? – dijeron los chicos preocupados
-Tenemos que irnos ya!!
-¿Pero a donde?
-Vamos!!! Tenemos que irnos, os nos matarán a todos.
Joe cogió a Miley por los brazos e intentó tranquilizarla.
-¿Quién nos va a matar? ¿A dónde demonios nos vamos Miley? –decía preocupado
-Tenemos que irnos con las chicas ya, allí estaremos a salvo. No puedo contaros nada más, teneis que confiar en mí por favor – decía entre lagrimas
Miley había cometido un error al creer en su visión, ahora tanto ella como sus amigos, las chicas y la Alianza estaban en peligro.
-Está bien, vámonos. – sentenció Dilan ante la preocupación de Miley.

 
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