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  CAPITULO 12. La cacería.
 


-Dile que estáis bien – dijo Magnus a Luna en un suave tono de voz. – Procura no decirle donde estamos, y sobre todo sé breve, seguro que la policía registrará la llamada.
-¿Luna? ¿Dónde estáis? ¿Estáis bien?
Las palabras de Dilan salían atropelladas. Luna odiaba mentir. Odiaba mentir a la gente que quería, a su familia, a sus amigos… Se concentró en no parecer que mentía, inspiró hondo y se dejó llevar por la situación.
-Si soy yo – respondió. – Dilan hemos visto en las noticias que nos estáis buscando… ¿Estáis locos o que os pasa?
-Luna, tú y Sophie lleváis días fuera de Phoenix, ni siquiera habéis llamado, además la novia de Joe y su otra amiga tampoco aparecen… Estoy muy preocupado por vosotras, pensé que os había ocurrido algo o incluso peor!!
-Ya te dije que estamos acampadas en La Push Dilan, no hay cobertura y no hemos podido llamar!! No saques las cosas de quicio.
-No mientas Luna, he llamado a la oficina de información del campamento y no estáis registradas.
Dilan estaba perdiendo la paciencia. El agente de policía que se encontraba con él registrando la llamada le tranquilizó. Luna miró a Magnus preocupada, ya no sabía que más decirle para que las dejaran de buscar.
-Dilan por favor. Estamos bien no te preocupes. ¿Vale?.Mira es mejor que te cuente la verdad.- Basty la miró horrorizado - Estamos también con Evelin y Miley, las encontramos y hemos ido a… A Nueva York, Evelin necesitaba alejarse un poco de toda la rutina… y decidimos acompañarlas… - Basty se relajó ante aquella trola.
-Mientes. Sophie no aguanta a esa chica y lo sabes.
-No sabes lo que han cambiado las cosas. – dijo astuta Luna. – Mira Dilan, me pillas en mal momento. Hablaremos en otro momento de acuerdo.
Luna no dejó que Dilan contestara, simplemente colgó para evitar que el localizador de la policía les encontrara. Cerró los ojos y mientras resoplaba, se dejó caer en el asiento.
-Lo has hecho muy bien – dijo Basty.
Luna puso los ojos en blanco. Durante los siguientes minutos se dedico a mirar el paisaje por la ventanilla.
La aguja del cuentakilómetros empezó a bajar a velocidad alarmante hasta que el cochecito se paró. Basty sin saber que ocurría, miró al indicador del depósito de gasolina. Estaba a cero.
-Oh genial!! – rezungó – Solo puede pasarnos esto ahora!! Lo siento, tendremos que continuar a pie.
-La aldea no estará muy lejos. – dijo Magnus mirando a su alrededor. – Creo que hay que seguir por allí durante unos 2 kilómetros. – dijo apuntando hacia el espesor de la selva que comenzaba a nacer de nuevo a los alrededores de la carretera.
Todos cogieron sus cosas y con rapidez se adentraron por el sendero que cruzaba la selva. La temperatura era agradable a esa hora, a pesar de la humedad que se cernía sobre ellos. Magnus encabezaba el grupo, pero no avanzaba con mucha confianza, había algo extraño, quizás una presencia o algo que les observaba. Al igual que una presa es acechada por su cazador. Los pájaros tropicales no cantaban, no había ni un mínimo sonido, era tan extraño. Instintivamente los cuatro chicos rodearon a las jóvenes actuando a modo de escudo, oteando la maraña de raíces y ramas que se perdían por todas partes. Magnus volvió a pararse en seco. Estaba seguro que ese era el camino, sin embargo acababa de repente, frente a sus narices. Cabía la posibilidad de que se hubiera equivocado de camino. No, Magnus jamás se equivocaba. Pero era incapaz de predecir los movimientos que debían seguir. En esos momentos eran demasiado vulnerables.
-Esta calma… No me gusta nada –dijo preocupado Magnus. – No os separéis.
Tan solo podía escucharse una cascada cercana. Quizás detrás de unos pequeños matorrales a la izquierda del camino. Mikel se giró al escuchar el chasquido de una rama y cuando lo hizo no podía creer lo que veía. Los árboles se habían agrupado y habían tapado el sendero por el que habían venido.
-Joder Magnus!!! Tú y tu manía por escoger los peores caminos!!! – dijo mosqueado.
Se escuchó un sonido que cortaba el aire. En ese mismo instante Mikel apartó su cabeza justo a tiempo de esquivar una lanza que se clavó con firmeza en la corteza de uno de los árboles.
-Eh!!! ¿Que ha sido eso? – Gritó Basty
-No preguntes y corre!!!!
Mikel empezó a empujar a las chicas en dirección a donde se podía escuchar la cascada. De nuevo comenzaron a escucharse más sonidos que cortaban el aire y miles de chasquidos de ramas. Los arboles se movían estratégicamente intentando cortar el paso al grupo. Cada poco caían al suelo cuando las raíces se elevaban y salían del suelo. Javi se giró y vio que estaban siendo perseguidos por un grupo de unos 20 hombres con lanzas y flechas.
-Rápido, rápido!!! – logró gritar.
-Yamblia!!! Yambliaaaa!!
El que parecía el líder del grupo, indico a sus hombres correr tras ellos. Se acercaban rápidamente y les comían terreno. Mikel que iba más adelantado que los demás, frenó en seco al borde de un gran precipicio. Los demás hicieron lo mismo.
-Tenemos que saltar – gritó Basty mientras se agachó esquivando otra lanza.
Todos lo miraban preocupados pero, a pesar de la altura, no había otra solución. Uno por uno fueron lanzándose, pero Sophie le tenía pánico a las alturas.
-Vamos Sophie te toca – decía apresurado Javi.
Sophie no podía mover ni un solo músculo de su cuerpo. Estaba aterrada.
-Sophie!! Vamos.
Una flecha pasó rozando su brazo rasgando su camiseta pero sin producirle herida. Continuaba paralizada mirando el fondo del precipicio y como los demás eran arrastrados por el agua. Javi viendo la proximidad de aquellos hombres, la abrazó contra él para que no pudiera ver nada y juntos se tiraron.
La violencia del agua era enorme. Todos iban golpeándose contra las rocas que había en el curso del río…
Nadie sabe lo que es el infierno hasta que está en él. La eternidad es incalculable, pero dependiendo del punto de vista…
Quizás hubieran pasado 10 minutos, puede que más, solo podía sentirse como la arena se clavaba en los cuerpos de todos. Empapados, continuaban tirados en un pequeño rincón que el agua había cavado en la orilla. Estaban llenos de moratones y heridas. Como podían iban levantándose. Mikel se echó la mano a la cabeza, pensaba que le iba a estallar, miraba de un lado a otro aturdido.
-Para habernos matado!! – dijo con ironía.
Los demás se tocaban la espalda o piernas o brazos doloridos. Javi seguía tirado en el suelo sin moverse.
-Dios Javi!!! – gritó Magnus
Todos se acercaron a él preocupados. Magnus le quitó la camisa dejando al descubierto la herida de la flecha que aún tenía de cuando huyeron de los Selenitas en Valaquia. Había empeorado y con los golpes contra las rocas se había agrandado.
-Quietos!!!
Una voz extraña gritó desde la oscuridad de la selva. Los rayos del sol comenzaron a dibujar la silueta de un hombre que iba acompañado de otros tantos, imposible contarlos, el problema es que ahora ya no tenían escapatoria. O el río o las lanzas. El joven hizo un gesto y varios de sus hombres se acercaron a ellos. Los maniataron y se los llevaron hacia la aldea. Javi fue trasladado con delicadeza debido a la gravedad de su herida. Cada poco abría sus ojos aturdido, pero la fiebre empezaba a devorarlo y cada poco se retorcía del dolor.
Pronto llegaron a la aldea. Las mujeres y los niños se quedaban sorprendidos mirando a los hombres llegar con prisioneros. Prisioneros bastante raros para ellos. Les siguieron hasta la cabaña del jefe de la tribu. El joven captor entró en ella. Magnus no debía utilizar su poder si no querían salir de allí muertos, ya que le considerarían un dios pagano y lo sacrificarían a él y a los demás. Miraba a las chicas para tranquilizarlas aunque ahora lo que más le preocupaba era el estado de Javi. Lo habían dejado tirado en el suelo mientras esperaban órdenes. Por un momento pensó en la posibilidad de la implicación de Astaroth, pero la descartó enseguida, ya que si Astaroth estuviera detrás de la captura, ya estarían muertos. El joven que entró un minuto antes en la cabaña salió e indicó a los demás que hicieran pasar a los cautivos. Uno por uno fueron entrando y con violencia los tiraron al suelo quedando arrodillados, en símbolo de sumisión. De nuevo el joven captor se acercó a otro hombre, mucho más fuerte que él que les daba la espalda. Su atuendo era distinto al resto. Todos iban con una especie de pantalón corto hecha con pieles de animales, con el torso al descubierto y pintados con dibujos tribales; también portaban cuchillos hechos con huesos y labrados a mano. Sin embargo ese otro hombre también llevaba un pantalón parecido al resto, pero además llevaba una banda de pieles sobre su pecho y varios brazaletes en sus musculosos brazos. Sus dibujos en la piel también eran distintos, eran de color negro, al parecer para indicar su posición social, más alta que el resto. Sin duda debía ser el jefe de le tribu. Y lo que destacaba de él, sus dorados cabellos.
Al fin se giró. Su cara denotaba malestar. Furia porque unos desconocidos hubieran entrado en su territorio.
-¿Quién es vuestro líder? – dijo dirigiéndose a las muchachas
-Yo – dijo Magnus – Es increíble que no me hayas reconocido!!
-Silencio!!! – dijo con autoridad
Las chicas se asustaron ante el tono de voz de aquel hombre. Seguían mirando al suelo. No se atrevían a mirarle.
-¿Por qué habéis traspasado los límites de mi territorio?
-Ony, ¿No me reconoces? – dijo asustado Magnus.
El joven le miró con desprecio.
-Soy Magnus, ¿Recuerdas?. La última vez que nos vimos fue en la sede de La Alianza.
Ony enfureció aún más al escuchar la última palabra. Alianza.
-Matadlos!!! – ordenó
-No!!! Escúchame!! Ony por favor!!!
-No tengo nada que escuchar Magnus. – dijo encarándose a él. - ¿A qué esperáis? Lleváoslos.
Magnus no tuvo alternativa. Deshizo los nudos de la cuerda y retuvo a los soldados contra la pared de la cabaña.
-Ony no estoy para bromas!! ¿Pero qué demonios te pasa? – dijo confuso Magnus. – Hemos venido para que vengas con nosotros. Ha llegado la hora…
-¿La hora de qué Magnus? Durante 1589 años he oído la misma frase y ¿Qué ha ocurrido? NADA!! - Ony daba vueltas de un lado a otro enfurecido. - ¿Acaso vienes a prometerme mi poder de nuevo? ¿Acaso vienes a darme falsas esperanzas otra vez?
-Déjame mostrarte que esta vez va en serio Ony, no seas cabezota. – le replicó Magnus.
-Se acabó Magnus!! Estoy harto de todo. De ti , de la Alianza. Basta ya!!
Ony llevaba tantos años oyendo que recuperaría su poder y tantos años de falsas esperanzas, que se había vuelto huraño y no había vuelto a contactar con la Alianza, aquella que ya le daba por muerto, aún más muerto de lo que en realidad estaba.
-Por favor!! Marchaos!! Dejadme tranquilo a mí y a mi pueblo…
-Señor!! – respondió Miley
Mikel intentaba retenerla, pues una mujer enfrentándose al jefe de la tribu no estaba bien visto.
-Pero demostrarle que decimos la verdad.
Magnus estaba confuso, ¿Estaba loca?, no tenía ningún poder desarrollado, ¿Qué iba a hacer?. Ony se cruzó de brazos y la miró de arriba abajo con gesto de desprecio. Miley cerró sus ojos ante la atenta mirada de todos, abrió sus manos y mientras respiraba con dificultad logró materializar una daga. Ony sorprendido se acercó a ella. La miró a los ojos asustado y luego extendió sus manos para coger su daga. La talló cuando era niño antes de heredar su poder…
-Dios mio!!! – Ony no podía creerlo.
Levantó su mirada y vio como sus soldados quedaban liberados de la fuerza invisible que a la que estaban sometidos.
-Llevad a los invitados a las cabañas. Atended al rey herido.
Miley se acercó a Magnus, estaba sorprendido por lo que su alumna había hecho.
-Anoche en el avión. Logre orbitar comida. Tranquilo no me vio nadie. – dijo divertida Miley, explicando lo ocurrido a Magnus.
Mientras los soldados hacían lo pedido, Ony no dejaba de mirar incrédulo lo que aquella mujer había traído para él.

 
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