|
Las chicas no entendían nada. No conocían nada sobre aquel tipo y por lo que se suponía, debían estar muy lejos de casa.
-Por favor no nos tome el pelo ¿Quiere? Ya no somos niñas pequeñas que se tragan cualquier historia fantástica – dijo Sophie – Vámonos Luna.
-Está bien, sois libres de iros si os apetece. No soy quién para reteneros. Solo os advierto que puede que no sea yo el que necesite vuestra ayuda… más bien será lo contrario – dijo con una sonrisa amable.
-Si claro… - rechistó Luna.
Ambas intentaron salir de aquella cueva pero no encontraban la salida por ninguna parte. El hombre las observaba divertido desde el trono de hielo. Las chicas lo miraban recelosas, no aguantaban que nadie les tomara el pelo. Después de una hora dando vueltas por la gruta sin éxito, decidieron que tendrían que dar su brazo a torcer
-Vale. – Dijo avergonzada Luna - ¿Qué tal si nos dice donde está la salida por favor?
-¿No decíais que no necesitabais ayuda?... – dijo triunfante. Tomó aire y continuó. – Seguid aquella gruta durante unos 100 metros.- señalo con su mano - La claridad os indicara la salida.
-Gracias. – dijeron satisfechas.
-Ya volveréis – pensó el hombre y continuó con su lectura.
Cómo bien les había indicado, las chicas encontraron la salida. Pero cuando sus ojos se acostumbraron a la luz, la imagen que vieron fue asombrosa.
La ciudad estaba intacta, sin señal alguna de la bestial lluvia de bolas de fuego que sufrió. Luna y Sophie miraban a todas partes con incredulidad. Todo estaba tranquilo. A lo lejos se pudo escuchar el timbre que anunciaba el comienzo de las clases. Miraron a sus relojes, no había pasado el tiempo. Sin pensárselo, se fueron hacia el coche, increíblemente intacto, cogieron sus libros y entraron en el edificio central del campus. Recorrieron los largos pasillos hasta llegar al aula de Tecnología. Tomaron asiento justo en la parte posterior del aula, para que nadie interrumpiera sus cavilaciones.
-Dime que no me estoy volviendo loca – dijo Sophie sacando el libro de Tecnología.
-A lo mejor es el calor… - Luna no podía dar otra explicación a lo ocurrido - ¿TE acordarías de tirar la leche caducada esta mañana no?
Ambas rieron.
-O puede que hayan sido extraterrestres… - continuó.
-O puede que te hayas fumado un porro y me hayas echado el humo a mí – dijo riéndose Sophie.
Ahora se quedaron serias con las miradas perdidas en el esquema de un motor eléctrico que el Señor Weber estaba dibujando en la pizarra. El resto de la mañana fue bastante aburrida. En Trigonometría se entretuvieron hablando con Nadia y Patty de la fiesta de fin de curso. Parecía que no hubieran abandonado el instituto. Casi todo era igual. La misma jerarquía estudiantil, con sus empollones, las pijas de la clase y los marginados sociales, las fiestas…
En la hora del almuerzo se reunieron junto con Nadia, Patty y unos chicos de tercer curso que no habían visto desde hacía unas semanas. Cuando Luna se sentó divisó a un grupo de 10 chicos en la mesa del final del comedor. Hablaban entre ellos y estaban demasiado cortados delante de los demás.
-Eh!! Chicas ¿Quiénes son esos? – Preguntó Luna rápidamente mientras Sophie se sentaba a su lado
-Son estudiantes de intercambio. Llegaron esta mañana, o eso creo haber oído – dijo Patty
Cuando Sophie se colocó decentemente su falda los observó.
-Umm no están mal – dijo pasando un poco del tema
-¿Pero qué dices? Están tremendos – contestó Patty
-Yo les veo demasiado serios – dijo un poco reticente Sophie. – Bah!! A mí lo único que me importa ahora es mi comida. – dijo dando un bocado a su trozo de pizza.
-Ey chicas, ¿al final quien y donde se organiza la fiesta? Solo quedan 2 meses y bueno eso lleva bastante trabajo – Dilan era el macizo de la clase, aunque para Sophie y Luna, era su compañero de piso y un buen amigo al que le solían echar la bronca por ser tan mujeriego.
-Me voy a encargar yo – dijo desanimada Nadia – Me han visto cara de angelito y de responsable…Os juro que un día me tiro por la ventana. Odio organizar fiestas para que luego pasen de mí…
-Te ayudaremos – dijo divertida Luna agarrándose al brazo de Sophie
-¿Qué? Ni lo sueñes, conmigo no contéis. Tengo miles de cosas que hacer.
-Vamos, será divertido, por favor, si pudiera hacerlo sola no os lo pediría… por favor Sophie…
La cara de Nadia mostraba tanta desesperación que Sophie tuvo que acceder.
-De acuerdo. Anda petarda, eres la reina de las manipuladoras.
Recogieron sus bandejas y las vaciaron en las papeleras, luego se dirigieron a recoger sus libros para la siguiente clase en los talleres de informática. Cuando pasaron al lado de los alumnos de intercambio Sophie se paró en seco y se llevo la mano a la cabeza cayendo al suelo. Dilan y Luna se apresuraron en su ayuda.
-Sophie!!! Despierta, ¿Estás bien? – gritaba desesperada Luna
Sophie tenía los ojos en blanco. En su mente se dibujaron varias imágenes:
Parecía una ciudad en medio del desierto… todo estaba vacío no había gente… Sophie caminaba por las calles vestida con el típico traje de las mujeres de los países árabes. Entró en lo que a ella le pareció un gran palacio. Todo estaba exquisitamente decorado con motivos florales en las columnas. El viento hacia mover las cortinas doradas y rojizas de los grandes ventanales. Al fondo en una gran sala, vio a un hombre de aspecto juvenil de ojos verdes, pelo y barba negros y piel dorada por la luz del sol. Vestía de blanco y con el traje de los príncipes de la zona arábiga. En sus manos portaba un objeto extraño de oro… Sophie se acercó a él y le intentó hablar, pero su voz no le salía… intento acercarse más a él pero no le veía… De pronto se vio en frente a un espejo pero no veía su reflejo sino el reflejo de aquel joven, se había convertido en él… Escuchó un ruido a su espalda… Todo pasó muy rápido. El cuerpo del joven donde ella estaba ahora metida, cayó al suelo y una sombra oscura cayó encima atravesándole el corazón con una daga….
Sophie despertó agitada ante la incredulidad de sus amigos… respirando agitadamente como si el aire no entrara con facilidad en sus pulmones.
|
